(G141) Restaurante Lomo Alto (Barcelona)


Todo empezó por una deuda de juego (Campeonato del Mundo de Tenis Mesa para Veteranos, Alicante-Elche del 23 al 29 de mayo de 2016). Como era mi hermano el que me la debía acepte su oferta y el reto de invitarme a comer a un restaurante para carnívoros. Se llama Lomo Alto, Calle Aragón, 283-285. Es un restaurante de carne donde se va a comer piezas que maduran sin prisa. Desde la ternera hasta el buey, pasando por la vaca vieja. Buscan sabores potentes, texturas sedosas y cocciones ajustadas. De la naturaleza, al plato.

Como aperitivo nos pusieron una Patata chip en espiral (foto). Rica y original. De primeros pedimos una Sobrasada de buey con coca fina (foto), muy buena y aunque no lo parezca muy suave a la vez. Siguieron unas Croquetas de cecina de buey (foto), buenas.





El plato fuerte consistió en elegir una Chuleta entera a la parrilla (a compartir) entre tres variedades de carnes (foto): Ternera nacional selección, madurada treinta días (850 gramos). Vaca selección europea, madurada 45 días (1.000 gramos), y por último Vaca vieja selección madurada 120 días (1.100 gramos). Se trata de grandes piezas de vacuno que dejan madurar en cámaras perfectamente acondicionadas (foto) para obtener sabores hasta ahora no logrados.




Nos decidimos por la de menor peso y creo que esta decisión nos salvó. Al ser la carne menos curada, también era la más suave y fácil de digerir. El Chuletón (foto) estaba acompañado de ensalada, pimientos escalibados y patatas fritas (foto). Ni que decir tiene que la suavidad de la carne, su punto de cocción, el color rosado y la grasa veteada, supuso toda una delicia para el paladar.




Esta carne no sangra porque se ha dejado previamente curar. Para mantenerla a temperatura y que no se enfriara, la dejaron en unas planchas que desprendían calor y bajo una lámpara. (foto). Nos costó algo de trabajo terminar la pieza.



Pasamos a los postres que ayudaron a bajar la suculenta comida. Compartimos una Tartaleta de cítricos (foto), muy conseguida, acompañada de un excelente vino dulce húngaro. Se trató de un Tokaji, Disznóko Aszú de 5 Puttonyos.



El pan fue de dos tipos: de espelta y de aceitunas de Kalamata. Lo combinamos con tres aceites ecológicos excelentes (arbequina, sevillana y picual).

Para beber durante la comida pedimos una caña de cerveza y una botella de La Senda 1984. Se trata de un excelente monovarietal de uva Mencía de la zona del Bierzo. Es un tinto joven, con una notable suavidad que acompañó perfectamente al Chuletón. La fermentación es con levadura salvaje, empieza en depósitos de hormigón y termina en barricas de roble francés, donde hace una crianza de 7 meses. La estabilización es natural, y se embotella sin clarificar ni filtrar.

El carácter fresco, especiado, delicado y aterciopelado de su uva Mencía, así como la gran capacidad de expresión del terroir es, sin duda, su mejor estandarte. Incluso muchos  la comparan con la Pinot Noir, que junto a la orografía parcelaria y minifundista de sus viñedos, la tradicional forma de la botella borgoñona empleada, y la original utilización de los nombres de los municipios y parajes en sus mejores vinos, proyectan esta comarca vitivinícola con el sobrenombre de “la pequeña borgoña española”.

La luz de la tarde hizo que el sol se filtrase por los ventanales del local, formando unos bonitos tonos azules iridiscentes que crearon un clima y una atmosfera intima, tranquila y sosegada. Lomo Alto es un restaurante que mima el producto que ofrece, aunque tal vez deje de lado las demás propuestas. Ofrecen alguna ensalada y algún plato de pescado, pero si no eres un poco carnívoro no lo disfrutarás.

Precio 50/70 euros por persona + bebidas. Fecha de la visita el 16 de noviembre de 2017.

PUNTUACIÓN: 7

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