(L326) Padre e hijo (1907)
Edmund Gosse, Padre e hijo (1907)
Un autor y un
libro que podríamos considerar un precedente de la Carta al padre (1919) de Franz Kafka. Se trata del inglés Edmund
Gosse (1849-1928)
y su obra más célebre Padre e hijo
(1907). Es una novela un poco lenta pero que refleja la vida de una familia
puritana y las influencias que esta educación tuvo sobre el niño.
Argumento: El autor nos habla de su infancia, de sus
padres, Philip Henry Gosse y Emily Bowes, procedentes de lo que se llamaba
clase media. Ambos descendían de familias que habían perdido poco a poco su
fortuna. Sus creencias religiosas los acercan a los calvinistas protestantes:
sin sacerdotes, sin ritual, sin fiestas religiosas y sin ningún ornamento. Unos
espíritus austeros.
Cuando se casaron
el padre tenía 38 años y la madre 42. La llegada de un hijo no fue aceptada con
alegría, sino soportada con resignación. La madre sufrió mucho con el
nacimiento. Los padres, él zoólogo y naturalista y ella poetisa religiosa
poseen un alto nivel cultural, pero sus escasos recursos no les permiten salir
de Londres ni comer fuera de casa.
Su madre era firme
y puritana hasta el fondo de su alma. Cada vez que tenían un dilema,
exclamaban: “¡Expongamos nuestras dificultades al Señor!”. En este ambiente se
crio Edmund. Al arruinarse el abuelo materno, la madre trabajó de Institutriz
en Irlanda para pagar los estudios de sus dos hermanos menores.
A los cuatro años
aproximadamente le enseñan las primeras letras. No le permiten leer cuentos
porque su madre no aprueba la ficción porque dice que no son verdaderos. Cuando
era pequeña la madre contaba historias a sus hermanos hasta que se lo prohibió
una institutriz, para más señas calvinista. Así que el niño solo puede leer
libros de geografía, viajes y libros religiosos. Los padres quieren encaminarlo
a ser un ministro de la Iglesia. Edmund se lleva una sorpresa al descubrir que
su padre no es omnipotente. También sufre una crisis nerviosa y vive aterrado
por el temor a los aparecidos. Cuando está solo en su cuarto oye ruidos. Está
hecho un manojo de nervios.
El niño comete
idolatría con una silla de madera para ver si Dios lo castiga. A la edad de
siete años su madre es diagnosticada de cáncer de pecho. Los ya escasos
recursos de la familia desaparecen con la enfermedad. A los pocos meses muere
la madre.
Sus tíos maternos
han de huir a París a causa de unas especulaciones imprudentes. La madre ha
muerto el mes de febrero de 1857 y el padre ha de dar unas conferencias en
marzo para poder subsistir. La prima Ann Morgan se hace cargo del muchacho
durante una temporada. Aunque apenas hablan, padre e hijo permanecen muy unidos
en su melancolía. El padre le sigue enseñando las escrituras, en un antipapismo
feroz y en la creencia de la corrupción de Roma.
El padre contrata
a la señorita Marks como institutriz y ama de llaves. A los ocho años se
trasladan a una casa de campo en Devonshire. Allí el padre tiene una gran
crisis intelectual al publicar los evolucionistas (Darwin, Huxley, Lyll) sus
nuevas teorías. Él se mantiene firme en la doctrina de un acto súbito de
creación. Publica un libro, Omphalos,
intentando unir ambas teorías que es ridiculizado.
A los diez años y
a instancias de su padre lo examinan para hacerlo miembro de la congregación.
Supera el interrogatorio y las preguntas. Días después lo preparan para el
bautismo por inmersión. La comunidad evangelista crece. Edmund va a una escuela
regentada por un joven profesor. Ya tiene once años y la señorita Brigtwen se
va a convertir en su nueva mamá. Ella es anglicana pero no fanática. El
matrimonio humaniza al padre y se muestra algo más indulgente con el hijo. Le
dejan leer a Dickens pero no a Walter Scott. Lee a escondidas a los poetas
oscuros como Blair. A nivel de pensamiento se separa mucho del padre hasta que
a los dieciséis años va a Londres a estudiar.
Comentario: “Este libro es el relato de una lucha
entre dos temperamentos, dos conciencias y casi dos épocas. Concluye, como era
inevitable, con una ruptura”. Así empieza Padre e hijo, el libro que Edmund
Gosse publicó en 1907, el mismo año en que ingresó en la Royal Society of
Literature.
Es el viejo asunto
de las relaciones entre padre e hijo, el afán de uno por ir colonizando cada
rincón de la conciencia del otro y el afán del otro por ir escapando de esa
fuerza invasora. Esa carga que tantos padres conciben y que colocan sobre sus
hijos: el diseño de un futuro, la obligación de cumplir un destino. A Edmund
Gosse su madre lo quería dedicado al Señor y, a esa tarea se iba a dedicar su
padre con obstinado empeño.
Para bien o para
mal la figura del padre modela al hijo de una forma permanente y a veces brutal. Su influjo y tendrá consecuencias irreparables en la vida futura del hijo. El conflicto
acostumbra a durar hasta la separación de ambos contendientes. Bien por un
alejamiento o por la muerte de uno de ellos.
Os he dejado una
interesante bibliografía sobre el conflicto paterno-filial que espero que os
interese.
BIBLIOGRAFÍA:
Edmund Gosse, Padre e hijo, Belvedere, Madrid, 2009.
Franz Kafka, Carta al padre, Edaf, Madrid, 1985.
José Andrés Rojo, Padres
e hijos: el conflicto, El País, 20/03/2015.
George Simenon, Carta a mi madre, Tusquets, Barcelona,
1993.
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